Rúbrica
El “Bermúdez” de Cuitláhuac
Por Aurelio Contreras Moreno
La salida de Hugo Gutiérrez Maldonado de la Secretaría de Seguridad Pública
llega tarde, tras cuatro años de abusos, pifias, corruptelas y crímenes en una
corporación que ha mantenido, si no es que ahondado, un enorme grado de
descomposición.
La inseguridad campea en Veracruz en este sexenio, a pesar de lo que vocifere el
gobernador Cuitláhuac García y sus voceros mediáticos sin credibilidad alguna.
Tan solo la mañana de este mismo jueves, mientras el mandatario manipulaba
cifras para afirmar que la entidad se encuentra entre las diez “más seguras” del
país, al mismo tiempo, a unos metros de palacio de gobierno y del propio edificio
de la Secretaría de Seguridad Pública, un abogado fue atacado a balazos en su
oficina, ubicada en un céntrico edificio que se supone cuenta con vigilancia
policiaca permanente, que ya vemos para lo que sirve.
La gestión de Gutiérrez Maldonado en Seguridad Pública fue un verdadero
desastre desde el comienzo, con episodios deleznables como el uso de la
dependencia para perseguir y encarcelar a manifestantes, disidentes y opositores,
imponiendo un régimen de terror mientras aplicaban el inconstitucional delito de
“ultrajes a la autoridad”, a lo cual no han renunciado, como se vio con la detención
con lujo de fuerza de una lideresa de colonias esta misma semana mientras
llevaba a cabo un bloqueo de protesta en una avenida.
Pero no pasaba nada. Al contrario, estas acciones le fueron aplaudidas por
Cuitláhuac García, quien se negó rotundamente a removerlo a pesar de los
muchos y documentados abusos en que incurrieron los policías estatales sin que
nadie pagara por ello.
En su lugar, García Jiménez ejerció una férrea defensa de su colaborador
–impuesto en el cargo desde el Altiplano- que hacía recordar la que en su
momento hizo Javier Duarte de Ochoa del tristemente célebre Arturo Bermúdez
Zurita, otro criminal impune.
Sin embargo, la situación en la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz se
volvió insostenible por tres hechos concretos. El primero, que hace unas dos
semanas, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Veracruz emitió una
recomendación contra la SSP, responsabilizando a elementos policiacos del
homicidio de dos jóvenes que tras ser detenidos e ingresados al cuartel San José,
fueron entregados muertos y con huellas de tortura a sus familias.
El segundo hecho tiene que ver con el cable dado a conocer entre los
“Guacamaya Leaks”, en el que en un informe del Ejército se afirma que “los
titulares de la Secretaría de Seguridad Pública estatal, Policía Estatal y Fuerza
Civil, dan protección al Cártel del Noreste”, involucrando además al mismísimo
gobernador de Veracruz.
El tercer hecho, que pudo ser el verdadero detonante de la caída del hasta
entonces poderoso funcionario, es la detención de dos altos mandos de la propia
Secretaría de Seguridad Pública: el ex director de Operaciones y el delegado en la
zona conurbada Veracruz-Boca del Río, junto con otros dos elementos policiacos,
imputados como responsables de la desaparición forzada del ex director de la
Policía Vial Juan Alan Cuetero Meza, alias el “Archi”, él mismo involucrado
también en desapariciones forzadas en el sur de la entidad.
¿Hasta dónde habrá salpicado el testimonio de los ex mandos policiacos? Pues el
caso llegó a la “mañanera” de este mismo jueves del presidente Andrés Manuel
López Obrador, en donde se exhibió en transmisión nacional una ficha informativa
en la que Gutiérrez Maldonado aparece dándole el nombramiento como
subdirector operativo de la Academia de Policía de El Lencero -apenas en agosto
pasado- a uno de los hoy detenidos. El todavía a esas horas titular de la SSP
apareció en la ficha con los ojos cubiertos con una banda negra, como se hace
con los presuntos delincuentes para “respetar” el debido proceso.
La señal fue clarísima. Hugo Gutiérrez Maldonado iba a caer. Pero no basta con
su salida del cargo. Debe ser sometido a una investigación y fincársele
responsabilidades a quien, a este paso, va que vuela para convertirse en el
“Bermúdez” de Cuitláhuac.
En una de ésas, hasta comparten suerte y destino.
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